Hecato of Rhodes and Stoic Casuistry
Résumé
This article focuses on one of the most important figures of the so-called Middle Stoicism, Hecato of Rhodes. By his use of the disputatio in utramque partem (« debating both sides»), Hecato tackles the problem of moral dilemma, or conflict of duties. An analysis of his examples, compared to the ones previously used by Antipater of Tarsus, Diogenes of Babylonia and Chrysippus, sheds a new light on Stoic ethics. Hecato first shows that a moral rule is always linked to practical parameters and that the moral calculation consists precisely in articulating all of them, without crushing it under the weight of the absolute value that is virtue. Saying virtue is the supreme value is not enough, when it comes to matter of conscience: the whole question rests in our balancing the burden that each parameter places on us. But how can we be sure that this rational calculation is still following the moral compass we have, that is, the absolute value that is virtue? Hecato's suggestion is the following: practising morality causes a good to be passed on and returned in a continuous movement; its aim is to make the good pervade the world, and this can be achieved by the most visible good on the human stage, i.e. the practice of beneficence, love and friendship. Therefore, our first injunction is not a strictly rational one: it is an appeal to loving other people, because by this, we orient ourselves in the right direction.
Este artículo se centra en una de las figuras más importantes del llamado estoicismo intermedio, Hecato de Rodas. Mediante el uso de la disputatio in utramque partem, Hecato aborda el problema del dilema moral o conflicto de deberes. Un análisis de sus ejemplos, comparado con los utilizados anteriormente por Antípatro de Tarso, Diógenes de Babilonia y Crisipo, arroja una nueva luz sobre la ética estoica. Hecato muestra en primer lugar que una regla moral está siempre ligada a parámetros prácticos y que el cálculo moral consiste precisamente en articular todos esos parámetros, sin aplastarlos bajo el peso del valor absoluto de la virtud. Decir que la virtud es el valor supremo no es suficiente, cuando se trata de una cuestión de conciencia: toda la cuestión está en equilibrar la carga que cada parámetro nos impone. Pero, ¿cómo podemos estar seguros de que este cálculo racional sigue todavía la brújula moral que tenemos, es decir, el valor absoluto representado por la virtud? La sugerencia de Hecato es la siguiente: practicar la moralidad hace que un bien se transmita y se devuelva en un movimiento continuo; su objetivo es hacer que el bien penetre en el mundo, y esto puede lograrse mediante el bien más visible en el escenario humano, es decir la práctica de la beneficencia, el amor y la amistad. Por tanto, nuestro primer mandamiento no es estrictamente racional: es un llamado a amar a otras personas, porque así nos orientamos en la dirección correcta.